Casi veinte años atrás el mundo entero se paralizó mientras uno de los eventos más trágicos de todos los tiempos estaba ocurriendo en los Estados Unidos. Mi hijo tenia entonces ocho años y mi hija cinco. Por razones que nunca quedaron claras, esa mañana el televisor de la casa estaba prendido mientras se preparaba el desayuno. Una de las reglas de familiares era que no se miraba la televisión por las mañanas durante el año escolar. Todavía hoy, a la víspera de cumplir sus treinta años, mi hijo no sabe por qué la prendió esa mañana. Él y su papá miraron con horror cómo la segunda torre fué asaltada por el avión terrorista. Al entrar a la cocina, sin saber todavía qué estaba pasando, escuché a mi hijo preguntar a su papi, “Papá, ¿por qué ese avión se estrelló contra ese edificio?” Las miradas de mi esposo y mía se cruzaron en pánico. El teléfono de la casa sonó. La cadena de líneas de emergencia de la escuela de mis niños se había activado. Como presidenta de la Asociación de Padres, me correspondia la primera llamada. El mensaje “No hay clases hoy. Misa a las 12:00 pm en la iglesia.” Casi 3,000 personas murieron en esos ataques. El más horrible en la historia de la nación Americana.
Después vinieron las lágrimas, las explicaciones, la preocupación del impacto que podia tener ese evento en la vida de los niños y de los adultos que perdieron a sus seres queridos, los abrazos más fuertes y más seguidos. El por qué de lo ocurrido y las preguntas sin respuestas. Y aunque los ataques del 9/11 ocurrieron cinco años después del ataque terrorista en la cuidad de Oklahoma a manos de dos jóvenes terroristas domésticos, fué posible explicar a los niños que ésta vez, personas de otro país habían sido los responsables. Sin embargo, hoy día éstas tragedias que han causado la muerte de miles de personas, incluyendo a tantos niños en los últimos años, han sido de la mano de jóvenes que han podido ser nuestro vecino, nuestro amigo, nuestro compañero de clase. El jóven antisocial o callado, aquél que de alguna manera pudo conseguir comprar y esconder armas de fuego. El que obviamente sentía un odio tan profundo que planificó masacres que le quitaron la vida a muchos seres humanos inocentes.
Entonces, ¿cómo protegemos a nuestros niños de éstas tragedias cuando hoy día es casi imposible detener las imágenes inmediatas y las noticias que ofrece la técnologia? ¿Cual es el efecto que pueden tener éstas experiencias en la vida de los niños?
La psiquiatra puertorriqueña Dra. Caroline Toro confirma que la violencia experimentada durante la niñez puede ser detrimental para un menor, causándole daños mentales y físicos a largo plazo; tales como miedo, ansiedad, episodios de coraje, depresión, pobre autoestima, dificultad confiando en los demás, problemas de asma, condiciones cardíacas, y hasta diabetes, entre otros.
“Lo primero que se necesita son padres que sean amorosos, consistentes y que respondan a las necesidades de sus niños para que estos puedan lidiar con un mundo tan violento y poco confiable como en el que vivimos hoy día,” dijo Toro.
Un mundo violento -9 Sugerencias para ayudar a los padres a lidiar con los efectos y las consecuencias en nuestros niños
He aquí 3 sugerencias que recomienda la Dra. Toro para abordar el tema de lo ocurrido.
1. Encuentre el tiempo correcto para hablar sobre el tema. Se puede hacer a través de preguntas abiertas (“entiendo que esto debe haber sido dificil para ti verlo” ¿Entiendes lo que sucedió?). Algunos niños no son tan verbales y expresan sus temores a través de alguna queja física (dolor de cabeza, dolor estomacal, vómitos, etc, por lo que debemos estar pendientes a estas señales).
2. Si el niño no desea hablar sobre ello, se pueden usar otras técnicas de desahogo tales como el dibujo o algún juego.
3. Se debe tratar el tema de manera apropiada a la edad del menor. Lo más importante es decirle “Te amo” y “Nada de lo que está sucediendo es tu culpa”. Una vez sea mayor y pueda entender mejor lo sucedido, se le puede explicar el motivo de por qué tales acciones no son las correctas y las consecuencias que pueden tener. De igual manera es importante hacerle sentir al menor que está en un lugar seguro.
Estudios han demostrado que jóvenes que se convierten en adultos violentos fueron maltratados de pequeños. Entonces es importante educarnos sobre las señales que podemos observar si un niño de nuestro vecindario está siendo maltratado.
Según la Dra. Toro, cuando pensamos en abuso o maltrato, nos viene a la mente moretones o golpes visibles. “La realidad es que existen otras señales de las que debemos estar pendientes en un niño que nos pueden sugerir maltrato, tales como: miedo constante a equivocarse, problemas del habla o de aprendizaje, depresión, pobre autoestima, pobre aprovechamiento académico, quejas físicas, muy poco apego a su cuidador, entre otras.”
Y, ¿qué se puede y debe hacer un padre o una madre si empieza a notar que su hijo tiene tendencias violentas? La Dra. Toro ofrece las siguientes sugerencias:
1. Es importante mantener una postura firme y crear límites a través de reglas en el hogar.
2. Ayudar a tu hijo/a a encontrar maneras para lidiar con el coraje. Es importante motivarlo a expresar sus sentimientos y preguntarle qué lo llevó a sentir el coraje.
3. No se debe disciplinar agrediendo al niño ya que así le enseñamos que agredir es una opción.
4. El adulto debe aprender a controlar su propio temperameto. El modelaje es clave en el crecimiento de un menor y debemos ser ejemplo para ellos.
5. Dejarles saber que les preocupa su situación y lo que sienten, además de ofrecerles amor y comprensión.
6. Ofrecerles ayuda con profesionales de salud mental.
Proteger a nuestros niños contra actos de violencia y eventos trágicos de las manos de otro es casi imposible. ¡Cuánto quisiéramos que su inocencia durara para siempre! Mantener la comunicación y estar ahí para ellos es lo más importante, al igual que estar pendiente a las señales que pueden fomentar una actitud violenta, servir de ejemplo y medir nuestras reacciones y comentarios delante de ellos.
Cómo padres,vamos a continuar educándonos cada día para llevar a cabo nuestro rol de padres lo mejor que podemos. ¡En cualquier idioma, en cualquier cultura!
Bai, Bai,
Maritere
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https://consumer.healthday.com/encyclopedia/children-s-health-10/child-development-news-124/violence-how-it-affects-children-645905.html