Hola a todos y bienvenidos a Café en Los Angeles. Espero que estén disfrutando de éstos últimos días de verano y que no estén batallando mucho con el calor. Acá en la costa oeste hemos tenido temperaturas muy altas y las playas han estado más concurridas que de costumbre. Yo soy un poco imparcial a la humedad y el calor, pero una gran mayoria de los californianos prefieren el calor seco. Sin embargo, todos podríamos estar de acuerdo que los atardeceres han sido cada día más hermosos!
Mi amiga Edda está de acuerdo. Una de estás tardes nos encontramos y platicamos un rato sobre su vida en la costa central de los Estados Unidos, comparada al oeste. Entonces, cafecito en mano, les cuento.
Edda, es puertorriqueña y está casada con un libanés y lleva 17 años en los Estados Unidos. Los primeros cinco años en Florida y los últimos 12 en la Costa Oeste. Edda estudiaba en la universidad en el pueblito de Daytona Beach y muy rápido se hizo de un gran círculo de amistades latinas. “Hay una gran comunidad de puertoriqueños en Florida. La transición fué más fácil.”
Al mudarse a Los Angeles, la situación fué más difícil pues no conocia a nadie. “Estaba en el otro lado de la nación americana. Viajar a Puerto Rico tomaba un día completo en vez de unas horas, y me sentía más aislada de todo. El tamaño de Los Angeles en comparación es inmenso. Me sentía tan perdida…”
Sin embargo, Edda confiesa que culturalmente allá era más segmentado, cada grupo de nacionalidades se rodeaba de su mismo grupo. La tensiones raciales eran palpables.
“En Los Angeles todos estamos mezclados, es super liberal y si hay diferencias raciales son menos marcadas. Culturalmente, Los Angeles acepta a todos, y eso lo aprecio grandemente.”
Quizás lo más difícil para todas las que vivimos en la costa oeste es el tener que viajar más lejos para visitar a la familia. Conocer gente de Puerto Rico, con las cuáles ella se indentificara dió trabajo. Y las distancias de un lugar a otro, también contribuyeron a su aislamiento. Realmente, si no se tiene carro, no es fácil moverse.
“Mi esposo y yo perdimos nuestros trabajos en la industria del cine a meses de haber llegado y eso marcó mi imagen de Los Angeles,” dijo Edda. La pasamos muy mal ya que no conocíamos a nadie. No fue hasta que nos relocalizamos al area de la playa que poco a poco las cosas empezaron a mejorar.”
La cultura de la playa era más afín con la cultura que ella dejó atrás en Daytona Beach. Una comunidad donde todos se conocen y se apoyan. Empezó a hacer amistades y apreciar donde vivían. Y aunque por años trató de convencer a su esposo de que regresaran a Puerto Rico, su próximo trabajo alteró el curso de sus vidas.
“Siempre pensé que regresaríamos a la isla y que ahí era donde ibamos a criar a nuestras hijas” dijo Edda. “Con nuestras destrezas y educación, sabía que hubiésemos podido tener éxito allá y contribuir a su economía.” Fue entonces que por 8 años trabajó para la compañia Sony y según ella, fue el mejor trabajo de su carrera profesional.
“En Sony, conocí a grandes profesionales, increíbles jefes y compañeros. Amé ese trabajo y comprendí que si hubiese regresado a Puerto Rico, no hubiese tenido esa maravillosa experiencia que cambió mi vida.”
Ahora, ella sueña con que sus hijas también tengan experiencias inolvidables y las cuales ella y su esposo apoyarían.
“Realmente, nuestra vida en Los Angeles es mejor de lo que nunca imaginé,” dijo Edda. “Esos momentos difíciles me enseñaron a estar agradecida por todos los sacrificios que tuvimos que pasar y apreciar aún más todas las recompensas y logros que hemos realizado desde que estamos aquí.”
La mejor ventaja, según Edda y su esposo, es criar a sus niñas bilingues y biculturales y son firmes al respecto. La mamá de Edda es su vecina y ella les habla español a sus nietas todo el tiempo.
“El lenguaje español es constante, con el acento y los dichos típicos de mi gente” dijo Edda.
La familia también incorpora la música y la comida. “Mami les cocina platos típicos todo el tiempo y a ellas les encanta!” Y además de la cultura hispana, las niñas también están expuestas a la cultura libanesa. “Mi suegra que vive en París, nos visita todos los años y se queda por un mes,” Todas esas semanas comemos comida libanesa super rica. Además disfrutamos de su idioma el cual ella comparte con las niñas.”
Como madre, Edda considera que es importante que los niños conozcan sus historias, sus antepasados y sus raíces.
“Todas las abuelitas deberían dejar por escrito sus historias para la próxima generación, como lo está haciendo mi suegra.”
¡Me parece una idea excelente para todos! ¿Qué piensan?
¡Hasta el próximo Café en LA!
Maritere