En los últimos dos meses, he perdido a dos seres muy queridos. Uno de ellos, mi padre, que a los 90 años vivió una vida larga, llena de arduo trabajo pero repleta de bendiciones, y el otro, uno de nuestros amigos más cercanos, quién se había convertido en familia. Ambos dejaron nietos y biznietos pequeños y a los cuáles hubo que explicarles por qué no verían más a los abuelitos.
Eso me hizo recordar cuando mis hjios tenían ocho y cinco añitos, respectivamente, y tuvimos la conversación sobre la muerte. Ese fué el año que la Princesa Diana de Gales se murió y el nene me encontró con lágrimas en los ojos. “¿Lloras por la princesa, mami,?” me preguntó. “No, pero estoy triste porque sus dos niños se han quedado sin su mamá,” le respondí. La nena que nos vió hablando corrió hacía mí y me dijo, “¡Mami, no quiero que tú te mueras!” Ese fué el momento que escogí para hablarles a los niños sobre la muerte. Un tema que no es fácil de abordar pero que es necesario.
La pérdidad de una persona amada o conocida puede crear la oportunidad para entablar un diálogo al respecto. Esa conversación es necesaria para disminuir la confusion y la incertidumbre o hasta el miedo que los niños pueden sentir a la muerte. Es posible que una pregunta immediata de su parte sea, “Mami, ¿qué significa la muerte?” o “¿Por qué se murió mi abuelita y por qué no la puedo ver más? Qué pasa con el cuerpo de la persona que se muere?” O, “¿Te vas a morir tú también?”
En el pasado, era común que los niños se quedaran en la casa mientras los adultos iban a la funeraria y al velorio. Hoy día muchos adultos todavía no están convencidos si se debe incluir o no a los niños en los servicios funerales. Para muchos es algo que lo decide las tradiciones y las creencias personales de una familia. Lo que se debemos tomar en cuenta según los expertos es que dependiendo de la edad del niño y del nivel de madurez, ellos podrían ser considerados y hasta consultados en cuánto a ir o no al funeral. Llevar a los niños a velorios y entierros les da la oportunidad de decir un adiós final a un ser querido. En ese momento de tristeza, el niño quiere ser valorado y considerado. El poder decir adiós en persona ayuda a que el niño entienda lo que la muerte significa y lo ayuda en el proceso de curación. Además, asistir a un servicio funeral podría ayudar al niño a entender la pérdida del ser amado, y lo que pasa cuando uno muere. Los niños ven que las personas a su alrededo están de duelo y que es normal que lloren por el ser querido. El no incluir al niño y no permitirle asistir al funeral puede causarle ansiedad y puede crear en su mente imágenes que hasta cierto punto no son reales. Él sabe que algo grave ha ocurrido. Es importante usar ese momento para impartir una lección.
La realidad es que hay que enseñarle a los niños sobre la mortalidad y cómo afrontar la tristeza. Después de todo, la muerte es algo inevitable y debemos hacer todo lo posible por educarlos y ayudarlos a sobrevivir esa experiencia, que muchas veces llega de imprevisto. Por otro lado, es importante que midamos la madurez del niño. Aunque no debemos desasociar al niño del tema, tampoco vamos a hablar al respecto o llevar a un funeral a un niño que siente miedo o que se siente inseguro, no importa la edad. Es igualmente importante preparar al niño antes de llevarlo al funeral. Por ejemplo, debemos explicarles que va a ver un ataúd y que la persona muerta estará acostada dentro del mismo y que éste será colocado en la tierra. Hay que asegurarle que la persona no está sufriendo ninguna incomodidad. Quédese cerca del niño en todo momento y esté dispuesto a contester cualquier pregunta que él tengo durante el evento. Dele consuelo y apoyo moral. De la misma manera, hable con ellos de una manera natural y no tema compartir con ellos su propia tristeza.
Al igual que los nietos y biznietos de mi papi, y el nieto de mi amigo, ningún niño espera con anticipación el momento en que la muerte toque su vida, pero si le hablamos de la muerte en el momento apropriado, lo estaremos preparando para poder sobrellevar la experiencia además de ayudarlo a desarrollar herramientas emocionales que le pueden servir cuando se convierta en adulto.
Bai, Bai
Maritere
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